18 sino el alma comada de aflición, el que camina encorvado y extenuado,
los ojos lánguidos y el alma hambrienta, esos son los que te dan gloria y
justicia,
Señor.
19 No apoyados en las obras justas de nuestros padres y de nuestros reyes
derramamos nuestra súplica de piedad ante tu rostro, oh Señor Dios nuestro.
20 Porque has descargado sobre nosotros tu furor y tu ira, como
habías
hablado por medio de tus siervos los profetas diciendo diciendo:
21 «Así dice el Señor: = Doblegad vuestra espalda, servid al rey de
Babilonia, = y os asentaréis en la tierra que yo di a vuestros padres.
22 Pero si no escucháis la invitación del Señor a servir al rey de Babilonia,
23 = yo haré cesar en las ciudades de Judá y en Jerusalén el
canto de
alegría y el canto de alborozo, el canto del novio y el canto de la novia, y
todo el
país quedará hecho un desierto, sin habitantes.» =
24 Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia,
y tú entonces ha cumplido tus palabras, pronunciadas por medio de tus siervos
los profetas: que los huesos de nuestros reyes y los huesos de
nuestros padres
serían sacados de sus sepulcros.
25 Y he aquí que efectivamente yacen = tirados por el suelo al calor del día
y al frío de la noche; = y ellos murieron en medio en medio de
atroces
sufrimientos,de hambre, de espada y de peste;
26 y la Casa sobre la que se invoca tu Nombre la has reducido al estado en
que se encuentra en este día, a causa de la maldad de la casa de Israel y de la
casa
de Judá.
27 Sin embargo has obrado con nosotros, Señor Dios nuestro, según toda tu
indulgencia y tu gran misericordia,
28 como habías hablado por medio de tu siervo Moisés, el día en que
le
ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel, diciendo:
29 «Si no escucháis mi voz, esta misma grande, inmensa muchedumbre
quedará reducida a un pequeño número en medio de las naciones donde yo los
dispersaré.