2 Jamás se hizo debajo del cielo entero nada semejante a lo que hizo él en
Jerusalén, conforme está escrito en la Ley de Moisés,
3 hasta el punto de que llegamos a comer uno la carne de su propio hijo,
otro la carne de su propia hija.
4 Y los entregó el Señor en poder de todos los reinos de nuestro alrededor
para que fuesen objeto de oprobio y maldición entre todos
los pueblos
circundantes donde el Señor los dispersó.
5 Hemos pasado a estar debajo y no encima, por haber pecado contra
el
Señor Dios nuestro desoyendo su voz.
6 Al Señor Dios nuestro la justicia; a nosotros y a nuestros padres
la
confusión del rostro, como sucede en este día.