23 Os despedí con duelo y lágrimas, pero Dios os devolverá a mí
entre
contento y regocijo para siempre.
24 Y como las vecinas de Sión ven ahora vuestro cautiverio, así
verán
pronto vuestra salvación de parte de Dios, que os llegará con gran
gloria y
resplandor del Eterno.
25 Hijos, soportad con paciencia la ira que de parte de Dios os ha
sobrevenido. Te ha perseguido tu enemigo, pero pronto verás su ruina
y en su
cerviz pondrás tu pie.
26 Mis hijos más delicados han marchado por ásperos caminos, han sido
llevados como rebaño arrebatado por enemigos.
27 ¡Animo, hijos, clamad a Dios! pues el que os trajo esto se acordará de
vosotros;
28 y como vuestro pensamiento sólo fue de alejaros de Dios, vueltos a él,
buscadle con ardor diez veces mayor.
29 Pues el que trajo sobre vosotros estos males os traerá la alegría eterna
con vuestra salvación.
30 ¡Animo, Jerusalén!: te consolará Aquel que te dio nombre.
31 Desdichados los que te hicieron daño y se alegraron de tu caída.
32 Desdichadas las ciudades a las que sirvieron tus hijos. desdichada la que
a tus hijos recibió.
33 Pues como se alegró de tu caída y de tu ruina se regocijó, así se afligirá
por su desolación.
34 Yo le quitaré su alborozo de ciudad bien poblada y en duelo se trocará
su orgullo.
35 Fuego vendrá sobre ella de parte del Eterno por largos días, y
será
morada de demonios durante mucho tiempo.
36 Mira hacia Oriente, Jerusalén, y ve la alegría que te viene de Dios.
37 Mira, llegan tus hijos, a los que despediste, vuelven reunidos
desde
oriente a accidente, a la voz del Santo, alegres de la gloria de Dios.