2 Envuélvete en el manto de la justicia que procede de Dios, pon
en tu
cabeza la diadema de gloria del Eterno.
3 Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo.
4 Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: «Paz de
la
Justicia» y «Gloria de la Piedad».
5 Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a
tus hijos reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo,
alegres del
recuerdo de Dios.