27 Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas;
también sus mujeres ponen una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni
al
enfermo; y las mujeres que acaban de dar a luz y las que están en
estado de
impureza tocan sus víctimas.
28 Conociendo, pues, por todo esto que no son dioses, no les temáis.
29 ¿Cómo, en efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que
presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera.
30 Y en sus templos los sacerdotes se están sentados, con las
túnicas
desgarradas, las cabezas y las barbas rapadas y la cabeza descubierta;
31 y vocean chillando delante de sus dioses como hacen algunos en un
banquete fúnebre.
32 Los sacerdotes les quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus
hijos.
33 Si alguien les hace daño o favor, no pueden darle su merecido.
Ni
pueden poner ni quitar rey.
34 Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero. Si alguien les hace
un voto y no lo cumple, no le piden cuentas.
35 Jamás libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de
las
manos del poderoso.
36 No pueden devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla
en necesidad.
37 No tienen piedad de la viuda ni hacen bien al huérfano.