54 Pues si llega a prender el fuego en la casa de esos dioses de
madera,
dorados y plateados, sus sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo,
pero ellos
serán, como postes, presa de las llamas.
55 Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo.
56 ¿Cómo pues, admitir o creer que son dioses?
57 Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera,
plateados y dorados; aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la
plata y
la vestimenta que los recubre, y se van con ello, sin que los
dioses puedan
socorrerse a sí mismos.
58 De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder, o
un
utensilio provechoso en una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos
falsos
dioses; o una puerta en una casa, que guarda cuanto hay dentro de ella, que no
estos falsos dioses; o bien un poste de madera en un palacio, que no estos
falsos
dioses.
59 El sol, la luna y las estrellas, que brillan y tienen una
misión, son
obedientes:
60 igualmente el relámpago, cuando aparece, es bien visible; asimismo el
viento sopla en todo país;