62 Pero aquéllos no pueden compararse a ninguna de estas cosas, ni
en
presencia, ni en potentia.
63 Así que no se puede creer ni afirmar que sean dioses, puesto que no son
capaces de hacer justicia ni de proporcionar bien alguno a los hombres.
64 Sabiendo, pues, que no son dioses, no les temáis.
65 Tampoco pueden maldecir ni bendecir a los reyes;
66 ni hacer ver a las naciones señales en el cielo; ni resplandecen como el
sol, ni alumbran como la luna.
67 Las bestias valen más que ellos, porque pueden, refugiándose bajo
cubierto, ser útiles a sí mismas.
68 Por ningún lado, pues, aparece que sean dioses; así que no les temáis.
69 Como espantajo en cohombral, que no guarda nada, así son sus dioses
de madera, dorados y plateados.
70 También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan,
o a un muerto echado en lugar oscuro, se pueden comparar sus dioses de madera,
dorados y plateados.