7 Porque la lengua de esos dioses ha sido limada por un artesano, y ellos,
por muy dorados y plateados que estén, son falsos y no pueden hablar.
8 Como para una joven presumida, así ellos toman oro y preparan coronas
para las cabezas de sus dioses.
9 Ocurre a veces que los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata
y lo
emplean en sus propios gastos, y llegan a dárselo incluso a las prostitutas de
la
terraza.
10 Los adornan también con vestidos como si fuesen hombres, a esos
dioses de plata, oro y madera; pero éstos no se libran ni de la
roña ni de los
gusanos.
11 Por muy envueltos que estén en vestidos de púrpura, tienen que lavarles
la cara, debido al polvo de la casa que los recubre espesamente.
12 Hay quien empuña el cetro como un gobernador de provincia, pero no
podría aniquilar al que le ha ofendido.
13 Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la
guerra ni de los ladrones.
14 Por donde bien dejan ver que no son dioses. Así que no les temáis.