6 que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo
que en todo el mundo, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de
Dios en la verdad:
7 tal como os la enseñó Epafras, nuestro querido consiervo y fiel
ministro de Cristo, en lugar nuestro,
8 el cual nos informó también de vuestro amor en el Espíritu.
9 Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el
día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento
de su
voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en
todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento
de
Dios;
11 confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda
constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría
12 gracias al Padre que os ha hecho aptos para participar en la
herencia de los santos en la luz.
13 El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del
Hijo de su amor,
14 en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados.
15 El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación,
16 porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la
tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones,
los
Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él,
17 él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.
18 El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el
Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en
todo,
19 pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud,
20 y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante
la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos.
21 Y a vosotros, que en otro tiempo fuisteis extraños y enemigos, por
vuestros pensamientos y malas obras,