Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Daniel 10, 8-12

8 Quedé yo solo contemplando esta gran visión; estaba sin fuerzas; se
demudó mi rostro, desfigurado, y quedé totalmente sin fuerzas.

9 Oí el son de sus palabras y, al oírlo, caí desvanecido, rostro en tierra.


10 En esto una mano me tocó, haciendo castañear mis rodillas y las
palmas de mis manos.

11 Y me dijo: «Daniel, hombre de las predilecciones, comprende las
palabras que voy a decirte, e incorpórate, porque yo he sido enviado ahora
donde ti.» Al decirme estas palabras me incorporé temblando.

12 Luego me dijo: «No temas, Daniel, porque desde el primer día en
que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios,
fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus palabras he venido
yo.