18 Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la
puerta lateral para traer lo que Susana había pedido; no sabían que
los
ancianos estaban escondidos.
19 En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron,
fueron corriendo donde ella,
20 y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve.
Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros.
21 Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un
joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»
22 Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si
hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros.
23 Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho
que pecar delante del Señor.»