7 Y el rey mandó a buscar a gritos a los adivinos, caldeos y astrólogos.
Tomó el rey la palabra y dijo a los sabios de Babilonia: «El que lea este
escrito y me dé a conocer su interpretación, será vestido de púrpura, se le
pondrá al cuello un collar de oro, y mandará como tercero en el reino.»
8 Vinieron, pues, todos los sabios del rey; pero no pudieron leer el
escrito ni declarar al rey su interpretación.
9 El rey Baltasar se turbó mucho y su semblante cambió de color;
también sus dignatarios quedaron desconcertados.
10 En la sala del festín entró la reina, enterada por las palabras del rey
y de sus dignatarios. Y dijo la reina: «¡Viva el rey eternamente!
No te
turben tus pensamientos ni tu semblante cambie de color.