8 Vinieron, pues, todos los sabios del rey; pero no pudieron leer el
escrito ni declarar al rey su interpretación.
9 El rey Baltasar se turbó mucho y su semblante cambió de color;
también sus dignatarios quedaron desconcertados.
10 En la sala del festín entró la reina, enterada por las palabras del rey
y de sus dignatarios. Y dijo la reina: «¡Viva el rey eternamente!
No te
turben tus pensamientos ni tu semblante cambie de color.