14 Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre
nosotros. Porque es justo Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha
hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.
15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu
pueblo del país de Egipto y te granjeaste con ello un nombre que dura hasta
el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.
16 Señor, por todas tus justicias, retira tu cólera y tu furor de
Jerusalén, tu ciudad, monte santo tuyo; pues, a causa de nuestros pecados y
de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el escarnio
de todos los que nos circundan.
17 Y ahora, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus
súplicas. Ilumine tu rostro tu santuario desolado, ¡por ti mismo, Señor!
18 Inclina, Dios mío, tu oído y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras
ruinas y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos
en nuestras obras justas para derramar ante ti nuestras súplicas, sino en tus
grandes misericordias.