4 Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión:
«¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los
que te aman y observan tus mandamientos.
5 Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido
malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de
tus normas.
6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que en tu nombre
hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, a todo el
pueblo de la tierra.
7 A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza en el rostro, como
sucede en este día, a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de
Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos, en todos los países donde tú
los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
8 Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros
príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.
9 Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos
rebelado contra él,
10 y no hemos escuchado la voz de Yahveh nuestro Dios para seguir
sus leyes, que él nos había dado por sus siervos los profetas.
11 Todo Israel ha transgredido tu ley, ha desertado sin querer escuchar
tu voz, y sobre nosotros han caído la maldición y la imprecación escritas en
la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra él.
12 El ha cumplido las palabras que había pronunciado contra nosotros
y contra los príncipes que nos gobernaban: que haría venir sobre nosotros
una calamidad tan grande como no habría jamás bajo el cielo otra
mayor
que la que alcanzara a Jerusalén.
13 Según está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad nos ha
sobrevenido, pero nosotros no hemos aplacado el rostro de Yahveh nuestro
Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y aprendiendo a conocer
tu
verdad.
14 Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre
nosotros. Porque es justo Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha
hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.
15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu
pueblo del país de Egipto y te granjeaste con ello un nombre que dura hasta
el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.