27 y os pusisteis a murmurar en vuestras tiendas: «Por el odio que nos
tiene nos ha sacado Yahveh de Egipto, para entregarnos en manos de
los
amorreos y destruirnos.
28 ¿Adónde vamos a subir? Nuestros hermanos nos han
descorazonado al decir: Es un pueblo más grande y corpulento
que
nosotros, las ciudades son grandes y sus murallas llegan hasta el
cielo. Y
hasta anaquitas hemos visto allí.»
29 Yo os dije: «No os asustéis, no tengáis miedo de ellos.
30 Yahveh vuestro Dios, que marcha a vuestro frente, combatirá por
vosotros, como visteis que lo hizo en Egipto,
31 y en el desierto, donde has visto que Yahveh tu Dios te llevaba
como un hombre lleva a su hijo, a todo lo largo del camino que
habéis
recorrido hasta llegar a este lugar.»
32 Pero ni aun así confiasteis en Yahveh vuestro Dios,
33 que era el que os precedía en el camino y os buscaba lugar donde
acampar, con el fuego durante la noche para alumbrar el camino que debíais
seguir, y con la nube durante el día.
34 Yahveh oyó encolerizado vuestras palabras y juró así:
35 «Ni un solo hombre de esta generación perversa verá la tierra
buena que yo juré dar a vuestros padres,
36 excepto Caleb, hijo de Yefunné: él la verá, y yo le daré a él y a sus
hijos la tierra que ha pisado, porque siguió cabalmente a Yahveh.»