Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Deuteronomio 19, 2-15

2 te reservarás tres ciudades en medio de la tierra que Yahveh tu Dios
te da en posesión.

3 Tendrás franco el camino de acceso a ellas, y dividirás en tres partes
el territorio del país que Yahveh tu Dios te da en posesión: esto para que
todo homicida pueda huir allá.

4 Este es el caso del homicida que puede salvar su vida huyendo allá.

El que mate a su prójimo sin querer, sin haberle odiado antes

5 (por ejemplo, si va al bosque con su prójimo a cortar leña y, al
blandir su mano el hacha para tirar el árbol, se sale el hierro del mango y va
a herir mortalmente a su prójimo), éste puede huir a una de esas ciudades y
salvar su vida:

6 no sea que el vengador de sangre, cuando su corazón arde de ira,
persiga al asesino, le dé alcance por ser largo el camino, y le
hiera de
muerte, siendo así que éste no es reo de muerte, puesto que no
odiaba
anteriormente al otro.

7 Por eso te doy yo esta orden: «Te reservarás tres ciudades»;

8 y si Yahveh tu Dios dilata tu territorio, como juró a tus padres, y te
da toda la tierra que prometió dar a tus padres. -

9 a condición de que guardes y practiques todos los mandamientos
que yo te prescribo hoy, amando a Yahveh tu Dios y siguiendo siempre sus
caminos -, a estas tres ciudades añadirás otras tres.

10 Así no se derramará sangre inocente en medio de la tierra que
Yahveh tu Dios te da en herencia, y no habrá sangre sobre ti.

11 Pero si un hombre odia a su prójimo y le tiende una emboscada, se
lanza sobre él, le hiere mortalmente y aquél muere, y luego huye a una de
estas ciudades,

12 los ancianos de su ciudad mandarán a prenderle allí, y le entregarán
en manos del vengador de sangre, para que muera.

13 No tendrá tu ojo piedad de él. Harás desaparecer de Israel todo
derramamiento de sangre inocente, y así te irá bien.

14 No desplazarás los mojones de tu prójimo, puestos por los
antepasados, en la heredad recibida en la tierra que Yahveh tu Dios te da en
posesión.

15 Un solo testigo no es suficiente para convencer a un hombre de
cualquier culpa o delito; sea cual fuere el delito que haya cometido, sólo
por declaración de dos o tres testigos será firme la causa.