21 pueblo grande, numeroso y corpulento como los anaquitas; Yahveh
los exterminó ante los ammonitas, que los desalojaron y se establecieron en
su lugar;
22 así había hecho también en favor de los hijos de Esaú, que
habitaban en Seír, exterminando delante de ellos a los joritas; aquéllos los
desalojaron y se establecieron en su lugar hasta el día de hoy.
23 Y también a los avitas, que habitan en los campos hasta Gaza; los
kaftoritas, venidos de Kaftor, los exterminaron y se establecieron en
su
lugar).
24 Levantaos, partid y pasad el torrente Arnón. Mira, yo pongo en tus
manos a Sijón, el amorreo, rey de Jesbón, y todo su país. Comienza
la
conquista; provócale al combate.
25 Desde hoy comienzo a infundir terror y miedo de ti entre todos los
pueblos que hay debajo del cielo: al tener noticia de tu llegada temblarán
todos y se estremecerán.»
26 Del desierto de Quedemot envié mensajeros a Sijón, rey de Jesbón,
con estas palabras de paz:
27 «Voy a pasar por tu país; seguiré el camino sin desviarme a
derecha ni a izquierda.
28 La comida que coma véndemela por dinero, el agua que beba
dámela por dinero; sólo deseo pasar a pie,
29 como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los
moabitas que habitan en Ar, hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra
que nos da Yahveh nuestro Dios.»
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque
Yahveh tu Dios le había empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a
fin de entregarle en tus manos, como lo está todavía hoy.
31 Yahveh me dijo: «Mira, he comenzado a entregarte a Sijón y su
país; empieza la conquista, apodérate de su territorio.»
32 Sijón salió a nuestro encuentro con todo su pueblo, y nos presentó
batalla en Yahás.
33 Yahveh nuestro Dios nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus
hijos y a todo su pueblo.
34 Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al
anatema toda ciudad: hombres, mujeres y niños, sin dejar superviviente.
35 Tan sólo guardamos como botín el ganado y los despojos de las
ciudades tomadas.
36 Desde Aroer, al borde del valle del Arnón, y la ciudad que está en
el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad inaccesible para nosotros;
Yahveh
nuestro Dios nos las entregó todas.
37 Únicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del
torrente Yabboq y las ciudades de la montaña, todo lo que Yahveh nuestro
Dios había prohibido.