7 «¿Quién se ha desposado con una mujer y no se ha casado aún con
ella? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y se case
con ella otro hombre.»
8 Los escribas dirán además al pueblo: «¿Quién tiene miedo y siente
enflaquecer su ánimo? Váyase y vuelva a su casa, para que no desanime el
corazón de sus hermanos como lo está el suyo.»
9 En cuanto los escribas hayan acabado de hablar al pueblo, se
pondrán al frente de él jefes de tropa.
10 Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le
propondrás la paz.
11 Si ella te responde con la paz y te abre sus puertas, todo el pueblo
que se encuentre en ella te deberá tributo y te servirá.
12 Pero si no hace la paz contigo y te declara la guerra, la sitiarás.
13 Yahveh tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de
espada a todos sus varones;
14 las mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la
ciudad,
todos sus despojos, lo tomarás como botín. Comerás los despojos de
los
enemigos que Yahveh tu Dios te haya entregado.
15 Así has de tratar a las ciudades muy alejadas de ti, que no forman
parte de estas naciones.
16 En cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahveh tu Dios te da
en herencia, no dejarás nada con vida,
17 sino que las consagrarás al anatema: a hititas, amorreos, cananeos,
perizitas, jivitas, y jebuseos, como te ha mandado Yahveh tu Dios,
18 para que no os enseñen a imitar todas esas abominaciones que ellos
hacían en honor de sus dioses: ¡pecaríais contra Yahveh vuestro Dios!