3 Te presentarás al sacerdote que esté entonces en funciones y le dirás:
«Yo declaro hoy a Yahveh mi Dios que he llegado a la tierra que Yahveh
juró a nuestros padres que nos daría.»
4 El sacerdote tomará de tu mano la cesta y la depositará ante el altar
de Yahveh tu Dios.
5 Tú pronunciarás estas palabras ante Yahveh tu Dios: «Mi padre era
un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo
pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa.
6 Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura
servidumbre.
7 Nosotros clamamos a Yahveh Dios de nuestros padres, y Yahveh
escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras penalidades y
nuestra
opresión,
8 y Yahveh nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo en
medio de gran terror, señales y prodigios.
9 Nos trajo aquí y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel
10 Y ahora yo traigo las primicias de los productos del suelo que tú,
Yahveh, me has dado.» Las depositarás ante Yahveh tu Dios y te postrarás
ante Yahveh tu Dios.
11 Luego te regocijarás por todos los bienes que Yahveh tu Dios te
haya dado a ti y a tu casa, y también se regocijará el levita y el forastero que
viven en medio de ti.
12 El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de apartar
el diezmo de toda tu cosecha y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la
viuda y al huérfano, para que coman de ello en tus ciudades hasta saciarse,
13 dirás en presencia de Yahveh tu Dios: «He retirado de mi casa lo
que era sagrado; se lo he dado al levita, al forastero, al huérfano
y a la
viuda, según todos los mandamientos que me has dado sin traspasar
ninguno de tus mandamientos ni olvidarlos.
14 Nada de ello he comido estando en duelo, nada he retirado
hallándome impuro, nada he ofrecido a un muerto. He escuchado la voz de
Yahveh mi Dios y he obrado conforme a todo lo que me has mandado.