17 No haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo
corazón se aparte hoy de Yahveh vuestro Dios para ir a servir a los dioses
de esas naciones. No haya entre vosotros raíz que eche veneno o ajenjo.
18 Si alguien, después de haber oído las palabras de esta imprecación,
se las promete felices en su corazón diciendo: «Aunque me conduzca en la
terquedad de mi corazón, todo me irá bien, puesto que la abundancia
de
agua quitará la sed»,
19 Yahveh no se avendrá a perdonarle. Porque la ira y el celo de
Yahveh se encenderán contra ese hombre, toda la imprecación escrita
en
este libro caerá sobre él, y Yahveh borrará su nombre de debajo de
los
cielos.
20 Yahveh le separará de todas las tribus de Israel, para su desgracia,
conforme a todas las imprecaciones de la alianza escrita en el libro de esta
Ley.
21 La generación futura, vuestros hijos que vendrán después de
vosotros, así como el extranjero llegado de un país lejano, verán las plagas
de esta tierra y las enfermedades con que Yahveh la
castigará, y
exclamarán:
22 «Azufre, sal, calcinación es su tierra entera; no se sembrará ni
germinará ni hierba alguna crecerá en ella, como en la catástrofe de Sodoma
y Gomorra, Admá y Seboyím, que Yahveh asoló en su ira y su furor.»
23 Y todas las naciones preguntarán: «¿Por qué ha tratado así Yahveh
a esta tierra? ¿Por qué el ardor de tan gran ira?»
24 Y se dirá: «Porque han abandonado la alianza que Yahveh, Dios de
sus padres, había concluido con ellos al sacarlos del país de Egipto;
25 porque se han ido a servir a otros dioses y se han postrado
ante
ellos, dioses que no conocían y que él no les había dado en suerte.