9 Has de saber, pues, que Yahveh tu Dios es el Dios verdadero, el
Dios verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por
mil
generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos,
10 pero que da su merecido en su propia persona a quien le odia,
destruyéndole. No es remiso con quien le odia: en su propia persona le da
su merecido.
11 Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te
mando hoy poner en práctica.
12 Y por haber escuchado estas normas, por haberlas guardado y
practicado, Yahveh tu Dios te mantendrá la alianza y el amor que
bajo
juramento prometió a tus padres.
13 Te amará, te bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu
seno y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus
vacas
y las camadas de tus rebaños, en el suelo que a tus padres juró que te daría.
14 Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni
hembra estéril en ti ni en tus rebaños.
15 Yahveh apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti
ninguna de esas malignas epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se
las enviará a todos los que te odian.
16 Destruirás, pues, todos esos pueblos que Yahveh tu Dios te entrega,
sin que tu ojo tenga piedad de ellos; y no darás culto a sus dioses, porque
eso sería un lazo para ti.
17 Acaso digas en tu corazón: «Esas naciones son más numerosas que
yo; ¿cómo voy a poder desalojarlas?»
18 Pero no las temas: acuérdate bien de lo que Yahveh tu Dios hizo
con Faraón y con todo Egipto,
19 de las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y prodigios,
la mano fuerte y el tenso brazo con que Yahveh tu Dios te sacó. Lo mismo
hará Yahveh tu Dios con todos los pueblos a los que temes.