Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Eclesiastés 2, 3-14

3 Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi
corazón en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué
consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los
contados días de su vida.

4 Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas;
5 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de
árboles

frutales.

6 Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación.

7 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados,
vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en
Jerusalén.


8 Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me
procuré cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y
reposteros.

9 Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en
Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía.

10 De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi
corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se solazaba de todas mis
fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas.

11 Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán
de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que
ningún
provecho se saca bajo el sol.

12 Yo me volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué
hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron?

13 Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las
tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas
camina. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos.