Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Eclesiastés 8, 1-11

1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién otro sabe explicar una cosa? La
sabiduría del hombre hace brillar su rostro, y sus facciones
severas
transfigura.

2 Aténte al dictado del rey, y por causa del juramento divino

3 no te apresures a irte de su presencia; no te mezcles en conspiración,
pues todo cuanto le plazca puede hacerlo,

4 ya que la palabra regia es soberana, y ¿quién va a decirle: Qué
haces?

5 Quien se atiene al mandamiento, no sabe de conspiraciones. Y el
corazón del sabio sabe el cuándo y el cómo.

6 Porque todo asunto tiene su cuándo y su cómo. Pues es grande el
peligro que acecha al hombre,


7 ya que éste ignora lo que está por venir, pues lo que está por venir,

¿quién va a anunciárselo?

8 No es el hombre señor del viento para domeñar al viento. Tampoco
hay señorío sobre el día de la muerte, ni hay evasión en la agonía, ni libra la
maldad a sus autores.

9 Todo esto tengo visto al aplicar mi corazón a cuanto pasa bajo el sol,
cuando el hombre domina en el hombre para causarle el mal.

10 Por ejemplo, he visto a gente mala llevada a la tumba. Partieron del
Lugar Santo, y se dio al olvido en la ciudad que hubiesen obrado de aquel
modo. ¡Otro absurdo!:

11 que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del malo,
con lo que el corazón de los humanos se llena de ganas de hacer el mal;