10 No confíes jamás en tu enemigo, que cual bronce roñoso, así es su
maldad.
11 Aunque se haga el humilde y camine encorvado, mira por ti
mismo y guárdate de él. Pórtate con él como el que pule un espejo, sábete
que no retendrá hasta el fin su roña.
12 No le pongas junto a ti, no sea que se te revuelva y suplante
tu
puesto. No le sientes a tu diestra, no sea que tu asiento pretenda, y que al fin
comprendas mis palabras, y te pese al recordar mis consejos.
13 ¿Quién se compadecerá del encantador mordido de serpiente y de
todos los que se acercan a las fieras?
14 Lo mismo le ocurre al que convive con el pecador y comparte sus
pecados.
15 Una hora aguantará contigo, mas si te desmandas, no lo soportará.
16 En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama
arrojarte a la fosa. En sus ojos lagrimea el enemigo, mas si topa ocasión, no
se verá harto de tu sangre.