5 El que es malo para sí, ¿para quién será bueno? No logrará contento
en medio de sus tesoros.
6 Nadie peor que el que se tortura a sí mismo, esa es la paga de su
maldad.
7 Aun si llega a hacer el bien, lo hace por descuido, al final dejará ver
su maldad.
8 Malo es el de ojo envidioso, que vuelve su rostro y desprecia a los
demás.
9 El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca
el
alma.
mesa.
10 El ojo malo se alampa por el pan, hambriento está en su propia
11 Hijo, trátate bien, conforme a lo que tengas, y presenta dignamente
tus ofrendas al Señor.
12 Recuerda que la muerte no se tardará, y que el pacto del seol no se
te ha revelado.
13 Antes de morir, haz el bien a tu amigo, según tus medios dale con
largueza.
14 No te prives de pasarte un buen día, no se te escape la posesión de
un deseo legítimo.
15 ¿No dejarás a otro el fruto de tus trabajos y el de tus fatigas, para
que a suertes se reparta?
16 Da y recibe, y recrea tu alma, que en el seol no se puede esperar
buena vida.
morir.
17 Toda carne como un vestido envejece, pues ley eterna es: hay que
18 Lo mismo que las hojas sobre árbol tupido, que unas caen y otras
brotan, así la generación de carne y sangre: una muere y otra nace.
19 Toda obra corruptible desaparece, y su autor se irá con ella.
20 Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su
inteligencia reflexiona,
21 que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera.
22 Sale en su busca como el que sigue el rastro, y en sus caminos se
pone al acecho.
23 Se asoma a sus ventanas, y a sus puertas escucha.
24 Acampa muy cerca de su casa, y clava la clavija en sus muros.
25 Monta su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso.
26 Pone sus hijos a su abrigo, y bajo sus ramas se cobija.
27 Por ella es protegido del calor, y en su gloria se alberga.