5 Muchas cosas así han visto mis ojos, y más graves aún oyeron mis
6 En la reunión de los pecadores prende el fuego, contra la nación
rebelde se inflama la Cólera.
7 No perdonó él a los antiguos gigantes que se rebelaron fiados de su
fuerza.
8 No pasó por alto al vecindario de Lot, a los que abominaba por su
orgullo.
9 No se apiadó de la nación perdida, de los que estaban engreídos en
sus pecados.
10 Igual trató a los seiscientos mil de a pie que se habían unido en la
dureza de su corazón.
11 Aunque fuera uno solo el de dura cerviz, sería asombroso que
quedara impune. Pues misericordia e ira están con El, tan poderoso en
perdón como pródigo en ira.
12 Tan grande como su misericordia es su severidad, según sus obras
juzga al hombre.
13 No escapará el pecador con su rapiña, ni quedará fallida la
paciencia del piadoso.
obras.
14 Para toda limosna tiene él un sitio, cada cual hallará según sus
17 No digas: «Del Señor me esconderé, y ¿quién allá arriba se
acordará de mí? Entre la gran muchedumbre no seré reconocido, pues ¿qué
soy yo en la inmensa creación?»
18 Mira, el cielo, y el cielo de los cielos, el abismo y la tierra serán
sacudidos a la hora de su visita.
19 A una los montes y los cimientos de la tierra bajo su mirada
temblarán de espanto.
20 Mas en todo esto no piensa el corazón del hombre, y en sus
caminos, ¿quién repara?
21 Hay tempestad que no ve el hombre, y la mayoría de sus obras se
hacen en secreto.
22 «Las obras de la justicia, ¿quién las anuncia? ¿quién las aguarda?
¡Pues la alianza está lejos!»
23 Esto piensa el ruin de corazón; el estúpido, el perdido, sólo piensa
necedades.
24 Escúchame, hijo, y el saber aprende, aplica tu corazón a mis
palabras.
saber.
25 Con mesura te revelaré la doctrina, con precisión anunciaré el
26 Cuando creó el Señor sus obras desde el principio, desde que las
hizo les asignó su puesto.
27 Ordenó para la eternidad sus obras, desde sus comienzos por todas
sus edades. Ni tienen hambre ni se cansan, y eso que no abandonan su tarea.
28 Ninguna choca con otra, jamás desobedecen su palabra.
29 Después de esto el Señor miró a la tierra, y de sus bienes la colmó.
30 De todo ser viviente cubrió su faz, y a ella vuelven todos.