4 A nadie dio poder de proclamar sus obras, pues ¿quién podrá
rastrear sus maravillas?
5 El poder de su majestad, ¿quién lo calculará? ¿quién pretenderá
contar sus misericordias?
6 Nada hay que quitar, nada que añadir, y no se pueden rastrear las
maravillas del Señor.
7 Cuando el hombre cree acabar, comienza entonces, cuando se para,
se queda perplejo.
años.
8 ¿Qué es el hombre? ¿para qué sirve? ¿cuál es su bien y cuál su mal?
9 El número de los días del hombre mucho será si llega a los cien
10 Como gota de agua del mar, como grano de arena, tan pocos son
sus años frente a la eternidad.
11 Por eso el Señor es paciente con ellos, y derrama sobre ellos su
misericordia.
12 El ve y sabe que su fin es miserable, por eso multiplica su perdón.
13 La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo, la
misericorida del Señor abarca a todo el mundo. El reprende, adoctrina
y
enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño.
14 Tiene piedad de los que acogen la instrucción, y de los que se
afanan por sus juicios.
15 Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche ni a tus regalos
juntes palabras tristes.
16 ¿No aplaca el rocío el viento ardiente? Así vale más la palabra que
el regalo.
17 ¿No ves que la palabra es más que un buen presente? Pues el
hombre dadivoso une los dos.
18 El necio aun sin dar hace afrenta, quema los ojos el don del
envidioso.
19 Antes de hablar infórmate, cuídate antes de estar enfermo.
20 Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita
encontrarás perdón.
21 Antes de estar enfermo humíllate, cuando peques muestra
arrepentimiento.
22 Nada te impida cumplir tu voto en el momento dado, no aguardes
hasta la muerte para justificarte.
23 Antes de hacer un voto prepárate; no seas como el hombre que
tienta al Señor.
24 Acuérdate de la ira de los últimos días, y del momento del castigo,
cuando Dios vuelva su rostro.
25 En tiempo de abundancia recuerda el tiempo de hambre, la
pobreza y la penuria en días de riqueza.
26 De la mañana a la tarde corre el tiempo, todo pasa presto delante
del Señor.
27 El hombre sabio es precavido en todo, en la ocasión de pecar se
anda con cuidado.
28 Todo hombre prudente conoce la sabiduría, al que la encuentra le
da su parabién.
29 Los prudentes en palabras hacen sabiduría y prodigan los
proverbios acertados.