8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero,
caen por ellos.
9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al
Santo.
10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre
de golpes, así el que jura y toma el Nombre a todas horas no se verá limpio
de pecado.
11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de
su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el
juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su
casa se llenará de adversidades.
12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la
heredad de Jacob! Pues los piadosos rechazan todo esto, y en los pecados
no se revuelcan.
13 A la baja grosería no habitúes tu boca, porque hay en ella palabra
de pecado.
14 Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuanto te sientes en medio de
los grandes, no sea que te olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y
llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día de tu nacimiento.
15 El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda
su existencia.