14 pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen
camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.
15 El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!
16 Hijo, por un muerto lágrimas derrama, como quien sufre
cruelmente, entona la lamentación; según el ceremonial entierra su cadáver
y no seas negligente con su sepultura.
17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo
según su dignidad, un día o dos, para evitar murmullos; después, consuélate
de la tristeza.
18 Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva
las fuerzas.
19 En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de
miseria va contra el corazón.
20 No des tu corazón a la tristeza, evítala acordándote del fin.
21 No lo olvides: no hay retorno, a él no le aprovechará, y te harás
daño a ti mismo.
22 «Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te
toca hoy.»