30 con su brazo moldea la arcilla, con sus pies vence su resistencia;
pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el
horno.
31 Todos éstos ponen su confianza en sus manos, y cada uno se
muestra sabio en su tarea.
32 Sin ellos no se construiría ciudad alguna, ni se podría habitar
ni
circular por ella.