1 Orgullo de las alturas, firmamento de pureza, tal la vista del cielo en
su espectáculo de gloria.
2 El sol apareciendo proclama a su salida: «¡Qué admirable la obra
del Altísimo!»
3 En su mediodía reseca la tierra, ante su ardor, ¿quién puede resistir?
4 Se atiza el horno para obras de forja: tres veces más el sol que
abrasa las montañas; vapores ardientes despide, ciega los ojos con el brillo
de sus rayos.
5 Grande es el Señor que lo hizo, y a cuyo mandato emprende su
rápida carrera.
6 También la luna: sale siempre a su hora, para marcar los tiempos,
señal eterna.
7 De la luna procede la señal de las fiestas, astro que mengua,
después del plenilunio.
8 Lleva el mes su nombre; crece ella maravillosamente cuando
cambia, enseña del ejército celeste que brilla en el firmamento del cielo.
9 Hermosura del cielo es la gloria de las estrellas. orden radiante en
las alturas del Señor.
10 Por las palabras del Señor están fijas según su orden. y no aflojan
en su puesto de guardia.
11 Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su
esplendor!
12 Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del
Altísimo.
13 Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su
decreto.