2 ¡Qué gloria ganó cuando alzaba la mano y blandía la espada contra
las ciudades!
3 ¿Quién antes de él tan firme fue? ¡Que las batallas del Señor él las
hacía!
4 ¿No se detuvo el sol ante su mano y un día llegó a ser como dos?
5 El invocó al Altísimo Soberano, cuando los enemigos por todas
partes le estrechaban, y le atendió el Gran Señor lanzando piedras de
granizo de terrible violencia.
6 Cayó de golpe sobre la nación hostil, y en la bajada aniquiló a los
adversarios, para que conocieran las naciones la fuerza de sus armas,
porque era frente al Señor la guerra de ellas.
7 Pues caminó en seguimiento del Todopoderoso, hizo el bien en los
días de Moisés, él y también Caleb, hijo de Yefunné, resistiendo
ante la
asamblea, cerrando al pueblo el paso del pecado, reduciendo a silencio la
murmuración de la maldad.
8 Y ellos dos solos se salvaron entre seiscientos mil hombres de a pie,
para ser introducidos en la herencia, en la tierra que mana leche y miel.
9 Y el Señor dio a Caleb la fuerza que le duró hasta su vejez, le hizo
subir a lo alto de la tierra, que como herencia conservó su linaje,
10 para que sepan todos los hijos de Israel que es bueno caminar en
seguimiento del Señor.
11 También los jueces, cada cual según su nombre, ellos cuyo
corazón no se prostituyó, y que del Señor no se apartaron: ¡sea su recuerdo
lleno de bendición,
12 reflorezcan sus huesos en la tumba, y sus nombres se renueven en
los hijos de estos hombres ilustres!
13 Amado fue de su Señor Samuel, profeta del Señor fundó la
realeza, y ungió a los príncipes puestos sobre su pueblo.
14 Según la ley del Señor juzgó a la asamblea, y el Señor pueso sus
ojos en Jacob.
15 Por su fidelidad se acreditó como profeta, por sus oráculos fue
reconocido fiel vidente.