8 Y ellos dos solos se salvaron entre seiscientos mil hombres de a pie,
para ser introducidos en la herencia, en la tierra que mana leche y miel.
9 Y el Señor dio a Caleb la fuerza que le duró hasta su vejez, le hizo
subir a lo alto de la tierra, que como herencia conservó su linaje,
10 para que sepan todos los hijos de Israel que es bueno caminar en
seguimiento del Señor.
11 También los jueces, cada cual según su nombre, ellos cuyo
corazón no se prostituyó, y que del Señor no se apartaron: ¡sea su recuerdo
lleno de bendición,
12 reflorezcan sus huesos en la tumba, y sus nombres se renueven en
los hijos de estos hombres ilustres!
13 Amado fue de su Señor Samuel, profeta del Señor fundó la
realeza, y ungió a los príncipes puestos sobre su pueblo.
14 Según la ley del Señor juzgó a la asamblea, y el Señor pueso sus
ojos en Jacob.
15 Por su fidelidad se acreditó como profeta, por sus oráculos fue
reconocido fiel vidente.
16 Invocó al Señor Todopoderoso cuando los enemigos por todas
partes le estrechaban, ofreciendo un cordero lechal.
17 Y tronó el Señor desde los cielos, con gran ruido hizo resonar su
voz;
18 aplastó a los jefes adversarios y a todos los príncipes de los
filisteos.
19 Antes de la hora de su sueño eterno, dio testimonio ante el Señor y
su ungido: «Bienes, ni siquiera sandalias, a nadie le he tomado», y
nadie
reclamó nada de él.
20 Y después de dormido todavía profetizó y anunció al rey su fin;
del seno de la tierra alzó su voz en profecía para borrar la
iniquidad del
pueblo.