10 Dio a las fiestas esplendor, vistosidad acabada a las solemnidades,
cuando ellos alaban el santo nombre del Señor, cuando resuena desde
la
aurora el santuario.
11 El Señor le perdonó sus pecados y exaltó su cuerno para siempre:
le otorgó la alianza real, un trono de gloria en Israel.
12 Después de él surgió un hijo sabio, que gracias a él vivió en
holgura.
13 Reinó Salomón en días de paz, Dios le concedió reposo por
doquier, para que levantara una Casa a su nombre y preparara un santuario
eterno.
14 ¡Qué sabio eras en tu juventud, lleno de inteligencia como un río!
15 Cubrió tu alma la tierra, la llenaste de proverbios enigmáticos.
16 Tu nombre llegó hasta las islas lejanas, y fuiste amado en medio
de tu paz.
17 Por tus cantos, tus sentencias, tus proverbios y tus interpretaciones
te admiraron los países.
18 En nombre del Señor Dios, el llamado Dios de Israel, amontonaste
oro como estaño, como plomo multiplicaste plata.
19 Mas reclinaste tu costado en mujeres, y te dejaste dominar en tu
cuerpo.
20 Pusiste así tacha a tu gloria, y profanaste tu linaje, acarreando la
ira sobre tus hijos y llenándoles de aflicción por tu locura,
21 hasta quedar partida en dos la dinastía y surgir de Efraím un reino
apóstata.
22 Pero el Señor no renuncia jamás a su misericordia, no deja que se
pierdan sus palabras ni que se borre la descendencia de su elegido, el linaje
de quien le amó no extirpa. Por eso dio a Jacob un resto, y un brote a David
salido de él.
23 Descansó Salomón con sus padres, y después de él dejó a uno de
su linaje, lo más loco del pueblo, falto de inteligencia, Roboam, que apartó
de su cordura al pueblo.
24 Y Jeroboam, hijo de Nabat, fue el que hizo pecar a Israel, y señaló
a Efraím el camino del pecado. Desde entonces se multiplicaron sus
pecados tanto que expulsaron al pueblo de su tierra.
25 Toda clase de maldades frecuentaron, hasta que vino sobre ellos el
castigo.