8 ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser
tus
sucesores;
9 en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos;
10 fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes
que estallara, = para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, = y
restablecer las tribus de Jacob.
11 Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que
nosotros también viviremos sin duda.
12 Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su
espíritu. En sus días no fue zarandeado por príncipe, y no pudo dominarle
nadie.
13 Nada era imposible para él, hasta en el sueño de la muerte
profetizó su cuerpo.
14 Durante su vida hizo prodigios, y después de su muerte fueron
admirables sus obras.
15 Con todo esto, el pueblo no se arrepintió, ni de sus pecados se
apartaron, hasta que fueron deportados de la tierra y esparcidos por
el
mundo entero.
16 Sólo quedó un pueblo reducido, con un príncipe de la casa de
David. Algunos de ellos hicieron lo agradable a Dios, pero
otros
multiplicaron los pecados.
17 Fortificó Ezequías su ciudad y metió el agua dentro de ella; con el
hierro horadó la roca y construyó cisternas para el agua.
18 En sus días, subió Senaquerib, que envió por delante a Rabsaqués;
éste partió, levantó contra Sión la mano, y se engrió en su altanería.
19 Temblaron entonces corazones y manos, y sufrieron dolores cual
mujeres en parto.
20 Invocaron al Señor misericordioso, tendiendo sus manos hacia él.
Y el Santo, desde el cielo, les escuchó al instante, y los rescató por mano de
Isaías.
21 Hirió el real de los asirios, y su Angel los exterminó.