18 Y los salmistas también le alababan con sus voces, el son vibrante
formaba una dulce melodía.
19 Y suplicaba el pueblo al Señor Altísimo, orando ante el
Misericordioso, hasta que terminaba la ceremonia del Señor y concluía su
liturgia.
20 Entonces bajaba y elevaba sus manos sobre toda la asamblea de
los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el
honor de pronunciar su nombre.
21 Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del
Altísimo.