2 El echó los cimientos de la altura doble, del alto contrafuerte de la
cerca del Templo.
3 En sus días fue excavado el depósito de agua, un estanque como el
mar de ancho.
4 El cuidó de su pueblo para evitar su ruina y fortificó la ciudad
contra el asedio.
5 ¡Que glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del
velo!
6 Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena,
7 como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco
iris que ilumina las nubes de gloria,
8 como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial,
como brote del Líbano en verano,
9 como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo
adornado de toda clase de piedras preciosas,
10 como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta
las nubes.
11 Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes
ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del santuario.
12 Y cuando recibía las porciones de manos de los
sacerdotes, él
mismo de pie junto al hogar del altar, y en torno a él la corona
de sus
hermanos, como brotes de cedros en el Líbano; le rodeaban como tallos de
palmera
13 todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor
en sus manos, en presencia de toda la asamblea de Israel.
14 Y cuando cumplía el ministerio de los altares ordenando la ofrenda
del Altísimo Todopoderoso,
15 alargaba su mano a la copa, hacía la libación del jugo de racimo, y
lo derramaba al pie del altar, como calmante aroma al Altísimo Rey
universal.
16 Entonces prorrumpían en gritos los hijos de Aarón, tocaban con
sus trompetas de metal batido, hacían oír su sonido imponente, como
memorial delante del Altísimo.
17 Todo el pueblo entonces de repente, en masa, caía rostro en tierra,
para adorar a su Señor, al Todopoderoso, Dios Altísimo.