8 En el pecado no te enredes dos veces, pues ni una sola quedarás
impune.
9 No digas: «Pondrá él sus ojos en la abundancia de mis dones,
cuando se los presente al Dios Altísimo, los aceptará.»
10 No seas en tu plegaria pusilánime, y hacer limosna no descuides.
11 No te burles del hombre que vive en aflicción, porque el que
humilla, también exalta.
12 No trames mentira contra tu hermano ni hagas otro tanto con tu
amigo.
13 Propónte no decir mentira alguna, que persistir en ello no lleva a
nada bueno.
14 No seas hablador en la reunión de los ancianos, en tu plegaria no
repitas palabras.
15 No rehúyas el trabajo penoso, ni la labor del campo que creó el
Altísimo.
16 No te incluyas en el grupo de los pecadores, recuerda que la
Cólera no se hará esperar.
17 Humilla hondamente tu alma, que el castigo del impío es fuego y
gusanos.
18 No cambies un amigo por dinero, ni un hermano de veras por el
oro de Ofir.
19 No faltes a la mujer sabia y buena, que su gracia vale más que el
oro.
20 No maltrates al criado que trabaja fielmente, ni al jornalero que
pone su empeño.
21 Al criado prudente ame tu alma, y no le prives de la libertad.
22 ¿Tienes rebaños? Pásales revista; y si te dan ganancia,
consérvalos.
23 ¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cerviz desde su juventud.
24 ¿Tienes hijas? Cuídate de ellas, y no pongas ante ellas cara muy
risueña.
25 Casa a tu hija y habrás hecho una gran cosa, pero dásela a un
hombre prudente.
26 ¿Tienes una mujer que te gusta? No la despidas, pero si la
aborreces, no te confíes a ella.
27 Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de
tu madre.
28 Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que
contigo han hecho?
29 Con toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
30 Con todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no
abandones.
31 Teme al Señor y honra el sacerdote, dale su porción como te está
prescrito: primicias, sacrificios de reparación, pierna de las
ofrendas,
oblación de santidad y primicias de las cosas sagradas.
32 También al pobre tiéndele tu mano, para que tu bendición sea
perfecta.
33 La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente, ni siquiera a los
muertos les rehúses tu gracia.
34 No te rezagues ante los que lloran, y con los afligidos muéstrate
afligido.