5 No reproches al hombre que se vuelve del pecado, recuerda que
culpables somos todos.
6 No deshonres al hombre en su vejez, que entre nosotros también se
llega a viejos.
7 No te alegres de la muerte de nadie, recuerda que todos moriremos.
8 No dedeñes lo que narran los sabios, vuelve a menudo a sus
proverbios, que de ellos aprenderás doctrina y el modo de servir a
los
grandes.
9 No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos también han
aprendido de sus padres; pues de ellos aprenderás prudencia y a dar
respuesta en el momento justo.
10 No enciendas los carbones del pecador, no sea que te abrases en el
fuego de su llama.
11 No te encares con el insolente, para que no sea como trampa
tendida a tu boca.
12 No prestes al que puede más que tú; si prestas, dalo por perdido.
13 No salgas fiador por encima de tus medios; si lo haces, date por
deudor.
14 No entres en pleito con un juez, que por su dignidad fallarán en su
favor.
15 Con el osado no te pongas en camino, para que no te agote, pues él
procederá a su antojo, y por su locura te perderás con él.
16 Con el colérico no entres en pelea, ni te adentres con él en el
desierto, porque a sus ojos nada es la sangre, y donde no haya
quien te
auxilie se echará sobre ti.
17 No le pidas consejo al insensato, pues no podrá mantenerlo en
silencio.
18 Delante de un extraño no hagas cosa secreta, pues no sabes qué
inventará después.
19 No abras tu corazón a todo el mundo, pues no te han de compensar
con gracia alguna.