4 Según esto, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio
de Cristo;
5 Misterio que en generaciones pasadas no fue dado a conocer a los
hombres, como ha sido ahora revelado a sus santos apóstoles y profetas por
el Espíritu:
6 que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo y
partícipes de la misma Promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio,
7 del cual he llegado a ser ministro, conforme al don de la gracia de
Dios a mí concedida por la fuerza de su poder.
8 A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la
de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo,
9 y esclarecer cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde
siglos en Dios, Creador de todas las cosas,
10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a
los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia,
11 conforme al previo designio eterno que realizó en Cristo Jesús,
Señor nuestro,
12 quien, mediante la fe en él, nos da valor para
llegarnos
confiadamente a Dios.
13 Por lo cual os ruego no os desaniméis a causa de las tribulaciones
que por vosotros padezco, pues ellas son vuestra gloria.
14 Por eso doblo mis rodillas ante el Padre,
15 de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra,
16 para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis
fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior,
17 que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que,
arraigados y cimentados en el amor,