Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Efesios 4, 14-32

14 Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados
por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y
de la
astucia que conduce engañosamente al error,

15 antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta
Aquel que es la Cabeza, Cristo,

16 de quien todo el Cuerpo recibe trabazón y cohesión por medio de
toda clase de junturas que llevan la nutrición según la actividad propia de


cada una de las partes, realizando así el crecimiento del cuerpo
para su
edificación en el amor.

17 Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como
viven los gentiles, según la vaciedad de su mente,

18 sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de
Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza

19 los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al
libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas.

20 Pero no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido,

21 si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido
enseñados
conforme a la verdad de Jesús

22 a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo
que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias,

23 a renovar el espíritu de vuestra mente,

24 y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia
y santidad de la verdad.

25 Por tanto, desechando la mentira, = hablad con verdad cada cual
con su prójimo, = pues somos miembros los unos de los otros.

26 = Si os airáis, no pequéis; = no se ponga el sol mientras
estéis
airados,

27 ni deis ocasión al Diablo.

28 El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos,
haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle
en
necesidad.

29 No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que
sea
conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os
escuchen.

30 No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis
sellados para el día de la redención.

31 Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de
maldad, desaparezca de entre vosotros.

32 Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos
mutuamente como os perdonó Dios en Cristo.