5 Entonces Esdras se levantó e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes
y de los levitas y a todo Israel que harían conforme a lo dicho; y lo juraron.
6 Luego Esdras se retiró de delante de la Casa de Dios y se fue
al
aposento de Yehojanán, hijo de Elyasib, donde pasó la noche sin
comer
pan ni beber agua, haciendo duelo a causa de la rebeldía de los deportados.
7 Se publicó un bando en Judá y Jerusalén a todos los deportados para
que se reunieran en Jerusalén.
8 Todo aquel que no viniera en el plazo de tres días, según el consejo
de los jefes y de los ancianos, vería consagrada al anatema toda su hacienda
y sería él mismo excluido de la asamblea de los deportados.
9 Todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron, pues, en
Jerusalén en el plazo de tres días: era el día veinte del mes noveno; todo el
pueblo se situó en la plaza de la Casa de Dios, temblando, debido al caso, y
también porque llovía a cántaros.
10 Entonces el sacerdote Esdras se levantó y les dijo: «Habéis sido
rebeldes al casaros con mujeres extranjeras, aumentando así el delito
de
Israel.
11 Ahora, pues, dad gracias a Yahveh, Dios de vuestros padres, y
cumplid su voluntad separándoos de las gentes del país y de las
mujeres
extranjeras.»
12 Toda la asamblea respondió en alta voz: Sí; haremos como tú
dices;
13 sólo que el pueblo es numeroso, y estamos en la estación de las
lluvias: no podemos soportar la intemperie; además, no se trata de una cosa
de un día o dos, porque somos muchos los que hemos incurrido en
este
pecado.
14 Nuestros jefes podrían representar a toda la asamblea: todos los que
en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras, vendrían a
plazos fijados, acompañados de los ancianos y los jueces de cada
ciudad,
hasta que hayamos apartado de nosotros el furor de la cólera de
nuestro
Dios por causa de este asunto.»
15 Sólo Jonatán, hijo de Asahel, y Yajzeías, hijo de Tiqvá, se
opusieron a esto, apoyados por Mesullam y el levita Sabtay.