2 Con esto, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadaq, se
decidieron a reanudar la construcción de la Casa de Dios en Jerusalén: los
profetas de Dios estaban con ellos, apoyándoles.
3 Por entonces, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y
sus colegas vinieron donde ellos y les preguntaron: «¿Quién
os ha
autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?
4 ¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?»
5 Pero los ojos de su Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y
no se les obligó a suspender la obra en espera de que llegase un informe a
Darío y volviera un decreto oficial sobre el particular.
6 Copia de la carta que Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar
Boznay y sus colegas, las autoridades de Transeufratina, remitieron al rey
Darío.
7 Le enviaron un escrito de este tenor: «Al rey Darío, paz completa.
8 Sepa el rey que nosotros hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa
del gran Dios: se está reconstruyendo con piedras sillares; se recubren de
madera las paredes; la obra se ejecuta cuidadosamente y adelanta en
sus
manos.
9 Preguntando, pues, a estos ancianos, les hemos dicho: “¿Quién os ha
autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?”
10 Les hemos preguntado además sus nombres para informarte de
ello; y así te damos por escrito los nombres de los hombres que están al
frente de ellos.
11 «Ellos nos han dado esta respuesta: “Nosotros somos servidores del
Dios del cielo y de la tierra; estamos reconstruyendo una Casa que estuvo
en pie anteriormente durante muchos años y que un gran rey de Israel
construyó y acabó.