7 dejad trabajar en esta Casa de Dios al sátrapa de Judá y a los
ancianos de los judíos, y que reconstruyan esa Casa de Dios en su
emplazamiento.
8 Estas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos
de los judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los
fondos
reales de los impuestos de Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los
gastos exactamente y sin interrupción.
9 Lo que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos,
carneros y corderos, así como trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará
sin falta cada día, según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén,
10 para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se
ruegue por la vida del rey y de sus hijos.
11 Ordeno, además, lo siguiente: A todo aquel que no cumpla este
edicto, le será arrancada de su casa una viga, se le amarrará a
ella y será
azotado; en cuanto a su casa, será reducida, por este delito, a un montón de
escombros.
12 Y el Dios que ha puesto allí la morada de su Nombre, aplaste a
todo aquel rey o pueblo que trate de transgredir esto, destruyendo esa Casa
de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he promulgado este decreto. Sea ejecutado
exactamente.»
13 Entonces Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus
colegas ejecutaron exactamente las instrucciones mandadas par el rey
Darío.
14 Así, los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con
éxito, según la profecía de Ageo el profeta, y de Zacarías, hijo de
Iddó.
Llevaron a término la construcción según la orden del Dios de Israel y la
orden de Ciro y de Darío.
15 Esta Casa fue terminada el día veintitrés del mes de Adar, el año
sexto del reinado del rey Darío.
16 Los israelitas - los sacerdotes, los levitas y el resto de los
deportados - celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de Dios;
17 ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros,
doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como sacrificio por el
pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las
tribus de Israel.
18 Luego establecieron a los sacerdotes según sus categorías, y a los
levitas según sus clases, para el servicio de la Casa de Dios en Jerusalén,
según está escrito en el libro de Moisés.