22 Pues me daba vergüenza solicitar del rey tropa y gente de a caballo
para protegernos del enemigo en el camino; por el contrario, habíamos
declarado al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, con todos los
que le buscan; y su poder y su cólera sobre todos los que le abandonan.»
23 Ayunamos, pues, buscando a nuestro Dios por esta intención, y él
nos atendió.
24 Elegí a doce jefes de los sacerdotes, y además a Serebías y
Jasabías, y con ellos a diez de sus hermanos;