2 sino que han tomado para ellos y para sus hijos mujeres de entre las
hijas de ellos: la raza santa se ha mezclado con las gentes del país; los jefes
y los consejeros han sido los primeros en esta rebeldía.»
3 Al oír esto rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué los pelos
de la cabeza y de la barba, y me senté desolado.
4 Todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel se reunieron
en torno a mí, a causa de esta rebeldía de los deportados. Yo
permanecí
sentado, desolado, hasta la oblación de la tarde.
5 A la hora de la oblación de la tarde salí de mi postración y, con las
vestiduras y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí las manos
hacia
Yahveh mi Dios,