8 Mas ahora, en un instante, Yahveh nuestro Dios nos ha concedido la
gracia de dejarnos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo:
nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha reanimado en medio
de nuestra esclavitud.
9 Porque esclavos fuimos nosotros, pero en nuestra esclavitud nuestro
Dios no nos ha abandonado; nos ha granjeado el favor de los reyes
de
Persia, dándonos ánimos para levantar de nuevo la Casa de nuestro Dios y
restaurar sus ruinas y procurándonos un valladar seguro en
Judá y
Jerusalén.
10 Pero ahora, Dios nuestro, ¿qué vamos a decir, si, después de todo
esto, hemos abandonado tus mandamientos,