3 En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y
el edicto real, había entre los judíos gran duelo, ayunos y
lágrimas y
lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de lecho.
4 Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se
llenó de angustia y mandó enviar a Mardoqueo vestidos para que se
vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso.
5 Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a
su servicio, y le envió a Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué
obedecía todo aquello.
6 Salió Hatak y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la
ciudad que hay frente a la Puerta Real.