1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el mediodía, destila tus
palabras hacia el sur, profetiza contra el bosque de la región del Négueb.
3 Dirás al bosque del Négueb: Escucha la palabra de Yahveh. Así dice
el Señor Yahveh: He aquí que yo te prendo fuego, que devorará todo árbol
verde y todo árbol seco; será una llama que no se apagará, y arderá todo,
desde el Négueb hasta el Norte.
4 Todo el mundo verá que yo, Yahveh, lo he encendido; y no se
apagará.
5 - Yo dije: ¡Ah, Señor Yahveh!, ésos andan diciendo de mí: «¿No es
éste un charlatán de parábolas?» -
6 Entonces, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
7 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén, destila tus palabras
hacia su santuario y profetiza contra la tierra de Israel.
8 Dirás a la tierra de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy
contra ti; voy a sacar mi espada de la vaina y extirparé de ti al justo y al
malvado.
9 Para extirpar de ti al justo y al malvado va a salir mi espada de la
vaina, contra toda carne, desde el Négueb hasta el Norte.
10 Y todo el mundo sabrá que yo, Yahveh, he sacado mi espada de la
vaina; no será envainada.
11 Y tú, hijo de hombre, lanza gemidos, con corazón quebrantado.
Lleno de amargura, lanzarás gemidos ante sus ojos.
12 Y si acaso te dicen: «¿Por qué esos gemidos?», dirás: «Por causa
de una noticia a cuya llegada todos los corazones
desfallecerán,
desmayarán todos los brazos, todos los espíritus se amilanarán, y todas las
rodillas se irán en agua. Ved que ya llega; es cosa hecha, oráculo del Señor
Yahveh.»
13 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
14 Hijo de hombre, profetiza. Dirás: Así dice el Señor. Di: ¡Espada,
espada! Afilada está, bruñida.
15 Para la matanza está afilada, para centellear está bruñida...
16 Se la ha hecho bruñir para empuñarla; ha sido afilada la espada, ha
sido bruñida para ponerla en mano de matador.
17 Grita, da alaridos, hijo de hombre, porque está destinada a mi
pueblo, a todos los príncipes de Israel destinados a la espada con mi pueblo.
Por eso golpéate el pecho,
18 pues la prueba está hecha... oráculo del Señor Yahveh.
19 Y tú, hijo de hombre, profetiza y bate palmas. ¡Golpee la espada
dos, tres veces, la espada de las víctimas, la espada de la gran víctima, que
les amenaza en torno!
20 A fin de que desmaye el corazón y abunden las ocasiones de caída,
en todas las puertas he puesto yo matanza por la espada, hecha para
centellear, bruñida para la matanza.
21 ¡Toma un rumbo: a la derecha, vuélvete a la izquierda, donde tus
filos sean requeridos!
22 Yo también batiré palmas, saciaré mi furor. Yo, Yahveh, he
hablado.
23 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Y tú, hijo de hombre, marca dos caminos por donde venga la
espada del rey de Babilonia, que salgan los dos del mismo país, y
marca
una señalización, márcala en la cabecera del camino de la ciudad;
25 trazarás el camino para que venga la espada hacia Rabbá de los
ammonitas y hacia Judá, a la fortaleza de Jerusalén.
26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la
cabecera de los dos caminos, para consultar a la suerte. Ha sacudido
las
flechas, ha interrogado a los terafim, ha observado el hígado.
27 En su mano derecha está la suerte de Jerusalén: para situar arietes,
dar la orden de matanza, lanzar el grito de guerra, situar arietes contra las
puertas, levantar un terraplén, hacer trincheras.
28 Para ellos y a sus ojos, no es más que un vano presagio: se
les
había dado un juramento. Pero él recuerda las culpas por las que
caerán
presos.
29 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Por haber hecho recordar
vuestras culpas, descubriendo vuestros crímenes, haciendo aparecer
vuestros pecados en todas vuestras acciones, y porque así se
os ha
recordado, caeréis presos en su mano.
30 En cuanto a ti, vil criminal, príncipe de Israel, cuya hora ha llegado
con la última culpa,
31 así dice el Señor Yahveh: La tiara se quitará, se depondrá la
corona, todo será transformado; lo humilde será elevado, lo elevado
será
humillado.
32 Ruina, ruina, ruina, eso es lo que haré con él, como jamás la hubo,
hasta que llegue aquel a quien corresponde el juicio y a quien yo
se lo
entregaré.
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahveh a los
ammonitas y sus burlas. Dirás: ¡La espada, la espada está desenvainada para
la matanza, bruñida para devorar, para centellear
34 - mientras se tienen para ti visiones vanas, y para ti se presagia la
mentira -, para degollar a los viles criminales cuya hora ha llegado con la
última culpa!
35 Vuélvela a la vaina. En el lugar donde fuiste creada, en tu tierra de
origen, te juzgaré yo;